⁠Un signo en plata

⁠⁠Símbolos sin trazo: lo que la espuma deja ver. Una serie que explora el lenguaje sin palabras del inconsciente y el fenómeno de la pareidolia.

En Silver, nos adentramos en un lenguaje que no se dice: aquel que emerge cuando se deja de controlar. La serie nace del gesto de dejar el obturador abierto, de permitir que la espuma, en su existencia aleatoria, inscriba formas sobre el plano fotográfico. Lo que aparece no ha sido visto antes: no es una imagen “tomada”, sino una forma que se revela por sí sola.


Las texturas que emergen en estas imágenes funcionan como espejos del inconsciente. El ojo humano, movido por un instinto ancestral —la pareidolia— busca sentido en el caos, reconoce figuras, rostros, símbolos donde no los hay. Esta serie no muestra cosas: las sugiere. Deja al espectador la tarea de completar, de interpretar, de proyectar.

Carl Gustav Jung, en su trabajo, propone un diálogo con los símbolos que yacen bajo la conciencia. Como escribió, “la imagen es el lenguaje primitivo de la psique”; y estas fotografías funcionan como umbrales hacia ese lenguaje ancestral y compartido. Cada forma, cada trazo de espuma, parece una inscripción espontánea, como una escritura sin alfabeto.


En lugar de pensar el agua como mera sustancia, esta serie se acerca a ella desde una visión más cercana a la de Johann Wolfgang von Goethe, quien, en su Teoría de los colores, no ve la naturaleza como un objeto a ser analizado, sino como un proceso en perpetua transformación, que se revela a quien sabe observar con atención sensible. El agua, en Silver, no es ilustración, sino fuerza activa, capaz de escribir con luz. Las formas
que emergen son expresión directa del mundo natural como sujeto creador, como si la naturaleza —en su movimiento, en su espuma— ensayara su propio alfabeto.


La mirada del fotógrafo, más que buscar, permite. Hay una voluntad de apertura, de entrega al azar, cercana a los gestos del automatismo surrealista o al expresionismo abstracto, pero aquí, en cambio, es el mar quien dibuja, y la fotografía quien le presta el papel.


El resultado son imágenes que no explican, sino que activan. Invitan a mirar como se
mira el cielo o las nubes: con una mezcla de expectación y abandono. Porque en la
espuma hay más de lo que se ve. Hay deseo de sentido, símbolos en formación, lenguaje
antes del lenguaje.