Antes de nada

Momentos  en los que al mirar al horizonte todo se detiene y amplifica, para que de alguna manera la mente pueda descansar y repose en la vista, aunque sea un instante.

En «Antes de nada», el mar se convierte en superficie de pensamiento. A través de una secuencia de imágenes tomadas en diferentes momentos del día y de la isla, el fotógrafo construye un lenguaje visual basado en el color, la percepción y la duración. Cada imagen es una variación de lo mismo: horizonte, agua, luz. Y sin embargo, ninguna se repite.


El título sugiere un límite, pero aquí el horizonte funciona como una línea ilusoria: no separa cielo y mar, sino que los une en una vibración cromática. Estos horizontes, claros, descentrados o difusos, no son referencias físicas, sino construcciones perceptuales. Hay algo de engaño óptico —como en los experimentos del Op Art o de los pintores del color field— pero trabajado desde la fotografía y el paisaje.


Cada fotografía tiene su propia velocidad de exposición, su ritmo interno. Algunas imágenes son suaves, apenas un susurro o; otras están recorridas por un trazo más intenso, más gráfico. El resultado es un campo visual que no se lee, se integra en la experiencia de la mirada. Hay algo de gesto caligráfico en estas imágenes, como si el mar escribiera una partitura de tiempo. Esta dimensión contemplativa recuerda a la obra de Hiroshi Sugimoto, en particular a sus Seascapes en blanco y negro. Pero aquí, el homenaje se traslada al lenguaje del color, donde cada tonalidad responde a un momento específico de Mallorca, a una estación, una orientación, una atmósfera.


La serie también puede leerse como una búsqueda de lo inestable, una respuesta al paisaje. Como si el mar, al ser fotografiado, no fuera solo agua, sino una especie de estado mental. El color en su sutileza, produce un efecto hipnótico que invita a permanecer en la imagen, a abandonarse en ella.


Fronteras no propone una geografía. Propone una experiencia. En lugar de documentar un lugar, sugiere un estado del ver: una forma lenta, sensorial y esencial de relacionarse con el paisaje. Un mar que no se mira desde fuera, sino desde dentro de la mirada.